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Ha cambiado el tipo de sustancias, la edad de inicio y la falta de información

Con el verano llegan las fiestas populares en pueblos y ciudades de Euskadi. Las txoznas, los conciertos y las calles repletas de gente marcan una temporada de celebración que, sin embargo, también deja cifras preocupantes. El consumo de drogas se dispara durante estas fechas y Euskadi se consolida como una de las comunidades con mayor presencia de ciertas sustancias psicoactivas en sus entornos festivos.

El cannabis supera el 40%

Los datos más recientes proceden de Ai Laket!!, una asociación vasca que realiza análisis de drogas en contextos recreativos. Durante las fiestas de 2023, el colectivo recogió más de 1.000 muestras, De ellas, el 40 % contenía cannabis, el 20,5 % speed (anfetamina) y el 19,7 % éxtasis o MDMA. Este último ha aumentado notablemente en los últimos años, especialmente en formato cristal, lo que plantea riesgos adicionales: los consumidores tienden a pensar que este formato es más “puro” o seguro, cuando en realidad su concentración puede oscilar de forma peligrosa.

La tendencia coincide con los análisis de aguas residuales realizados por el Gobierno Vasco. En depuradoras de municipios como Vitoria-Gasteiz, Markina o Bilbao se detectaron concentraciones de anfetaminas similares o incluso superiores a las de la cocaína. En el caso del cannabis, se observaron hasta 12 gramos diarios por cada mil habitantes en la capital vizcaína, una cifra solo ligeramente inferior a la media estatal (13 g), según los datos publicados por la Red Española de Análisis de Aguas Residuales con Fines Epidemiológicos.

Se empieza por el alcohol

Los jóvenes inician su contacto con sustancias legales como el alcohol en torno a los 15 o 16 años. Más adelante, entre los 19 y los 22, se produce el salto a otras drogas, muchas veces en contextos de ocio nocturno o festivales. Así lo recoge el estudio ESTUDES 2023, que sitúa a Euskadi como la comunidad con mayor número de escolares de entre 14 y 18 años que consumen cannabis a diario, alcanzando el 20 %. Aunque estos datos no siempre se traducen en consumos problemáticos, reflejan una normalización del uso de drogas en espacios públicos y festivos.

Los riesgos no se limitan a la sustancia en sí. Durante las fiestas, la mezcla de alcohol con otras drogas es habitual. Muchas personas combinan cannabis, speed o MDMA con alcohol o bebidas energéticas, sin ser conscientes de que esa mezcla puede potenciar los efectos adversos. Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, el 47,7 % de los adolescentes consume bebidas energéticas, y casi la mitad de ellos las combina con alcohol. Esta práctica aumenta si la probabilidad de consumir otras drogas como cocaína, cannabis o benzodiacepinas.

Escasa percepción del riesgo

Uno de los elementos que más preocupa a las asociaciones es la escasa percepción de riesgo. «La mayoría de la gente que viene a las carpas de análisis lo hace por curiosidad, no por preocupación», explican desde Ai Laket!!, que despliega equipos móviles en fiestas como Aste Nagusia de Bilbao o La Blanca en Vitoria. A través de estos puntos de información, advierten a los usuarios sobre posibles adulteraciones en las sustancias. En 2023, detectaron presencia de cafeína añadida en casi un 30 % de las muestras de MDMA, y otras contenían derivados químicos no identificados, lo que multiplica los riesgos de sobredosis o reacciones adversas.

Ante esta realidad, los expertos recomiendan medidas básicas de reducción de riesgos, como. Eevitar mezclar distintas sustancias, espaciar las tomas y mantenerse hidratado con agua (no solo alcohol) son consejos básicos. Dormir bien antes de una noche de fiesta, comer adecuadamente y evitar consumir en ayunas también puede reducir la probabilidad de sufrir efectos agudos como golpes de calor, desmayos o “blancos”.

Informar sin moralizar

Aun así, los profesionales subrayan que la única forma segura de evitar los daños asociados al consumo es no consumir. Pero en contextos donde esta realidad es inevitablelas estrategias de reducción de daños —como los análisis in situ o el acceso a información fiable— son herramientas eficaces. “No se trata de moralizar, sino de informar para que la gente sepa a qué se expone y pueda tomar decisiones con más criterio”, señalan desde la asociación Ai Laket!!.

En paralelo, las instituciones públicas han empezado a intervenir en algunos entornos festivos con campañas específicas. El Ayuntamiento de Vitoria, por ejemplo, activó en 2024 una iniciativa para distribuir materiales informativos en las txoznas, reforzando mensajes de consumo responsable. La Diputación de Gipuzkoa, por su parte, financia desde hace años proyectos de reducción de daños en festivales como el Euskal Encounter o el Jazzaldia.

El reto, admiten los técnicos, está en combinar el respeto por la fiesta con una cultura del cuidado. Porque si algo ha cambiado en los últimos años no es tanto el número de consumidores, sino el tipo de sustancias, la edad de inicio y la falta de información contrastada. Y en ese cruce de fiesta y riesgo, la prevención sigue siendo la única apuesta sensata.